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Fotografía de Steve Richard |
a María Torres, mi querida cronopia
Desnuda,
te anunciabas a mí
del frontal a la falange.
Con la ternura
del lobo entre las ingles
y la memoria del fuego entre tu carne,
temblorosa.
Como un monja de clausura
en su primera cita con un Dios sin clavos
ni ataduras.
Libre de todo mal.
Yacente y mentiroso,
desclavado
de la cruz, te esperaba,
sólo siguiendo el calvario
de tu cuerpo.
Marcando los pasos
de la pasión
uno a uno
entre el sudario
de mi piel
y tu boca.
Sin miedo a la muerte
ni a la lengua de los vivos.
Esperando,
sólo esperando
la resurrección
de la carne.
Uxío Hervada
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